El autor Tim Jackson, en su obra Prosperidad sin crecimiento: Economía para un planeta finito, propone un modelo de desarrollo económico sin crecimiento tal como lo entendemos ahora. Su editor comenta lo siguiente: ¿Es hora de replantearse el crecimiento económico? El debate ha comenzado. Es la polémica más importante de nuestro tiempo.
Hace falta una macroeconomía ecológica sin crecimiento. Tim Jackson admite que el bienestar material es un componente esencial de la prosperidad, y que el crecimiento económico es indispensable para el bienestar de los habitantes de las naciones pobres. Pero el crecimiento continuado y las políticas que lo promueven acaban socavando la prosperidad, a la que él define como la condición que nos libra de la adversidad o de la aflicción. Esto implica: la salud, la felicidad, las buenas relaciones, las comunidades vigorosas, la confianza en el futuro, y un sentimiento de propósito en la vida.

Pero, ¿cómo escapar del crecimiento sin hundir la economía y, por ende, nuestra prosperidad? En el sistema actual, es imposible; cuando el crecimiento se detiene, el sistema se colapsa. Por eso Jackson ha comenzado a desarrollar un modelo macroeconómico que permita una estabilización económica.
INVERTIR EN EL MEDIO AMBIENTE
Propone aumentar las inversiones ambientales, al mismo tiempo que se establecen firmes restricciones al consumo de recursos. Considera que la redistribución, tanto del ingreso como del empleo (mediante la reducción de las horas de trabajo) es un factor esencial en este proyecto.
Como también lo es la regulación de los bancos, un aumento de los impuestos sobre el uso de los recursos naturales y sobre la contaminación. Y medidas para desalentar el consumo; por ejemplo, mayores restricciones sobre la publicidad. Una economía estable, sin crecimiento, que evite tanto el colapso financiero como el ecológico. Búscalo en tu librería o biblioteca, te sorprenderá. Ya debes saber que John Fitzgerald Kennedy, presidente de Estados Unidos, afirmó: «No te preguntes qué puede hacer tu país por ti; pregúntate qué puedes hacer tú por tu país». Apliquemos esa sencilla pauta de JFK a nuestra realidad.
Esperar a ver qué van a hacer los políticos, los banqueros y los economistas por el mundo puede ser una perdida de tiempo. Preguntémonos mejor cómo nuestro dinero feliz puede hacer el bien al planeta y sus habitantes. Lee esto con atención: nos hallamos en un momento en el que empezamos a entender que el crecimiento financiado por deuda y más deuda no da más de sí. Ha funcionado durante décadas, mientras nadie se planteaba los terribles efectos secundarios que ahora 37 toca pagar. Pero hemos traspasado la línea roja del límite del endeudamiento, y ya no nos queda ni margen para más deuda, ni posibilidades reales de pagar toda la deuda asumida.

No volveremos a seguir creciendo gracias al endeudamiento. La fiesta del préstamo y la hipoteca fácil ha terminado con una gran resaca. Y países como España van directos a la suspensión de pagos de su deuda. El endeudamiento es un «arma de depresión masiva». Un estudio europeo anuncia que endeudarse deprime y crea ansiedad, de modo que compres lo que compres endeudándote con la intención de mejorar tu vida, en realidad no te hará más infeliz. Lector, por favor, prométete a ti mismo que nunca más firmarás un préstamo. Para Joan Antoni Melé, el crecimiento por el crecimiento no tiene ningún sentido. Nos habla de desarrollo que no es necesariamente crecimiento.
Y afirma: «Abunda la obsesión por el crecimiento. En un cuerpo, si las células crecen demasiado donde no toca, a eso se le llama cáncer. Hemos de preguntarnos por qué queremos crecer. El cuerpo llega un momento en que ya no crece, sino que madura. Con la economía debería suceder lo mismo y trascender la obsesión por crecer». Ahora conviene que leas con mucha atención estas sabias palabras: El crecimiento económico ilimitado es imposible, pero el crecimiento de aquello que nos hace verdaderamente humanos no tiene límites.
¿QUÉ SIGNIFICA LA RIQUEZA?
Es hora de progresar de una sociedad basada en el afán de poseer y consumir bienes materiales a una sociedad basada en el crecimiento de valores intangibles que nos hacen propiamente humanos, como la creatividad, la solidaridad, el conocimiento, la sabiduría y la alegría de vivir y convivir. JORDI PIGEM, Entendre la natura, Fonaments d’una cultura de la sostenibilitat. Visto lo visto, se me ocurre una manera de resumirlo con un relato para ilustrarlo. En los próximos dos minutos, aprenderás el sentido real de la riqueza. Hubo una vez un hombre tan rico que ya no tenía más que ganar ni conseguir.

Para lograr su fortuna había trabajado mucho y muy duro durante toda su vida, para poder poseer todo lo humanamente posible: tierras, castillos, ejércitos, fábricas, mercados, etcétera. Comerciaba con todo y con todos.
Durante todo este proceso no había hecho amigos, sino alianzas comerciales. Un día, se dio cuenta de que ya no sabía qué hacer. No había tratado comercial que firmar ni nuevo negocio que empezar. «Y ahora, ¿qué?», pensó angustiado. Por primera vez en la vida no tenía nada que hacer, que comprar, que vender, que negociar… Caminó a través de sus tierras de caza hasta llegar a un pequeño 38 valle que también le pertenecía. Divisó una casita de madera muy humilde al lado de la orilla de un pequeño riachuelo y dirigió hacia allí sus pasos.
Al lado de la casa se hallaba un corral minúsculo con una cabra dentro de él, y delante se alzaba una encina. A la sombra del árbol se hallaba un hombre sentado tranquilamente. Sus rasgos estaban relajados y bailaba en su rostro una sonrisa mientras rebanaba con un cuchillo un trozo de queso de aspecto apetitoso. Aquellos dos hombres se quedaron mirando un momento. El hombre rico rompió el silencio y preguntó: —¿Tú vives aquí? —Sí, éste es mi hogar –contestó el hombre bajo la encina. —Debes de ser muy pobre –dijo el otro, paseando la mirada a su alrededor. —Eso depende. —Solo depende del dinero que tengas –dijo el hombre rico con altivez, y añadió con orgullo–: yo soy el hombre más rico del mundo. —¿Ah sí? Te apuesto lo que quieras a que yo soy más rico que tú. —¡Ja, ja, ja! –el hombre rio con ganas–. ¡No me digas! ¿Y dónde tienes escondida tu fortuna? ¿Enterrada bajo ese árbol? Te ayudaré.

Si quisieras amasar una fortuna, deberías empezar por vender el queso y la leche de la cabra para así comprar otra cabra para que se aparearan y poder tener un rebaño que aumentara poco a poco tus ingresos al vender más leche y más queso. Tendrías que trabajar muy duro durante muchos años para poder generar dinero suficiente para contratar a trabajadores y construir primero una empresa, y después varias. Y aun así, amigo mío, ni siquiera habrías empezado a acercarte a la cantidad de cosas que yo poseo. El hombre rico calló, esperando con ansia que el otro cayera en la cuenta de que jamás, ni en un millón de vidas, podría amasar una fortuna como la que él poseía. El hombre humilde debajo de la encina se rascó la barbilla y, tras un momento de reflexión, preguntó:
—Lo has explicado muy bien, pero, si al final consiguiera ser rico como tú, lo que me preocupa es qué haría a continuación. ¿Cuál es el objetivo de ser tan rico? El hombre rico volvió a reír, pues no podía entender a aquel campesino ignorante, así que le espetó: —¿Qué qué harías a continuación? ¡Pues sentarte tranquilamente a disfrutar de todo ese dinero!
El hombre pobre se le quedó mirando y le contestó: —¿Y no es exactamente lo que estoy haciendo ahora? El hombre rico se quedó en silencio, ya que por primera vez en su vida no supo qué contestar.
El hombre humilde le hizo un gesto para que se acercara y se sentara a su lado. Cuando el otro lo hizo, le ofreció un generoso trozo de queso. Y entonces, allí sentado a la sombra, el hombre rico supo qué decir: —Tenías razón, eres mucho más rico de lo que yo jamás podré llegar a ser.
Cada uno sabrá cómo aplicarse el cuento. 39 Ya estás listo para oír el gran secreto: crecer por crecer no tiene sentido si antes no se elige hacia dónde ir. Pero, además, cuando este crecimiento ciego está financiado por deuda, entonces la locura es doble.

La economía occidental ha crecido desde la década de 1950 a través del endeudamiento. Las personas y los estados se han endeudado alegremente de forma irresponsable acumulando una cifra de deuda impagable. La burbuja de deuda, tanto particular como pública, ha originado uno de los problemas financieros más graves que nunca hemos tenido y que varias generaciones tendrán que pagar. En el caso español, casi el 400% del PIB previo a la crisis, o unos 4 billones de euros. Impagable.
Estoy seguro de que eres consciente de que consumir a través de deuda es una locura. A pesar de que el crédito parezca fomentar el crecimiento, la burbuja financiera nos muestra lo contrario. El crecimiento a base de crédito es irreal y peligroso. La dependencia de la financiación ajena acaba
por debilitar al tejido económico privado y empresarial. Las instituciones financieras también habrán de alinearse en el nuevo paradigma y olvidar el objetivo de crecer por crecer de manera ilimitada. La obsesión por crecer de manera obsesiva es una pesadilla de la que el mundo despierta ahora con una crisis gigantesca. A nosotros nos conviene la recuperación de valores como el ahorro (autofinanciarse), que sustituirán al derroche (endeudamiento) para evitar caer en unas finanzas personales irresponsables.
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